La última entrega de Arquitectos en la Onda, el espacio radiofónico dentro del programa Más de Uno Sevilla de Onda Cero, conducido por Chema García y Susana Valdés, contó con la participación de Pablo Millán, vocal de Publicaciones e Investigación del COAS, y Juanma García Nieto, vocal de Actividades.
En esta ocasión, el programa se centró en un tema fundamental para la profesión: qué significan realmente los premios y concursos de arquitectura y cómo distinguir los que tienen un valor sólido de aquellos que no cuentan con una evaluación rigurosa. Tal y como se planteó en antena, “no todos los premios significan lo mismo ni tienen el mismo valor”.
Premios: tipos, criterios y valor real
La conversación se inició analizando si todos los premios suponen calidad y si recibir un premio significa siempre que un proyecto es bueno. Ante esta cuestión, Pablo Millán explicó que “no necesariamente, y es importante aclararlo, porque los premios son las herramientas que tenemos los colegios profesionales o las instituciones para reconocer la arquitectura y la arquitectura de calidad. Pero ¿qué sucede? Que en el panorama contemporáneo hay muchísimos premios, y eso provoca que, en cierto modo, esta herramienta termine desvirtuándose, porque no todos tienen los mismos objetivos ni cumplen el mismo fin”.
El vocal añadió que “siempre digo que hay que buscar los buenos premios: aquellos que conceden los compañeros. No hay nada mejor que le pueda pasar a un arquitecto que ser reconocido por sus propios colegas, porque ahí no solo hay calidad, sino también una comprensión real de lo que supone un premio de arquitectura. Es la herramienta que nos permite trasladar a la sociedad por qué una arquitectura es buena y de calidad”.
Cómo identificar un premio de calidad
A continuación, Juanma profundizó en cómo podemos identificar un premio que realmente está reconociendo calidad arquitectónica. “No es lo mismo un premio concedido por una institución de reconocido prestigio que los premios que surgen de medios muchas veces ajenos al mundo de la arquitectura, de redes sociales o de revistas no especializadas, y que cada vez tienen más presencia, muchas veces sin rigor”.
También subrayó la necesidad de contar con “un jurado solvente, con una reconocida trayectoria profesional y capacidad crítica, evitando sistemas de votación abiertos o encuestas sin garantías ni criterios fiables”, así como la importancia de “criterios de evaluación que valoren la idea, la relación con el entorno, la solución arquitectónica y sus aspectos sociales, y no cuestiones externas a la arquitectura”.
Por último, destacó el papel de la perspectiva temporal: “Un premio serio es el que mantiene rigor y coherencia a lo largo de los años y que valora, además, la arquitectura atemporal, aquella que no responde a modas pasajeras. La mejor arquitectura es la que mantiene sus valores y su vigencia a lo largo del tiempo”.
A continuación, Pablo Millán añadió que “al final, los premios no dejan de ser ese reconocimiento que enlaza la profesión con la sociedad. Si se conceden premios de arquitectura que la sociedad desconoce o no entiende por qué han sido premiados, volvemos a generar una distancia entre la profesión y la ciudadanía. Creo que hoy en día existen muy buenos premios, y muchos de ellos tienen una potencia y una capacidad de transmisión social tan fuerte que hacen que la sociedad se pregunte por qué una obra ha sido reconocida. Y esa pregunta es clave, porque impulsa a la ciudadanía a informarse y a formarse. Esas dos dimensiones -información y formación- son, en realidad, las patas fundamentales sobre las que un premio cumple su fin último: contribuir a formar a la sociedad”.
Reconocimientos recientes
El programa repasó también algunos de los reconocimientos más destacados obtenidos recientemente por colegiados del COAS. Juanma García Nieto señaló que “en los últimos meses se han dado varios reconocimientos muy importantes”, entre ellos:
- El Premio Andalucía de Arquitectura y el Premio Andalucía de Urbanismo, ambos convocados por la Consejería de Fomento, Vivienda y Articulación del Territorio.
- La XVII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU), donde varios colegiados cuentan con proyectos seleccionados o finalistas.
- El Premio Mies van der Rohe, el galardón europeo más prestigioso, con tres obras de colegiados del COAS nominadas este año.
- Los Premios ARQUITECTURA del CSCAE, cuyos finalistas se anunciaron en junio y donde también hay presencia sevillana.
- Y, por supuesto, los Premios COAS Arquitectura & Sociedad, celebrados en mayo, “cada vez más consolidados, siempre con un jurado de gran calidad y rigor”.
“Aprovecho para señalar que el fallo de estos premios muestra que la arquitectura sevillana tiene proyección, nivel y reconocimiento tanto nacional como internacionalmente”, destacó.
Qué aporta un premio a un arquitecto
Durante la entrevista, Pablo Millán reflexionó sobre el valor que un premio aporta a un estudio o a un profesional: “Muchas veces podemos confundir un premio con un fin. Nada más lejos de la realidad: un premio nunca es el fin. El premio, en todo caso, es un medio que nos obliga a dialogar entre compañeros y a mantenernos al día. Cuando se premian obras que nos generan ese ‘¿por qué esta obra ha sido premiada?’, lo verdaderamente importante es analizar ese porqué. Ahí están las herramientas de aprendizaje. Ese análisis nos obliga a seguir el trabajo de los arquitectos premiados y nos sirve de acicate para mantenernos activos y permanentemente actualizados”.
Concursos de arquitectura
La parte final del programa se dedicó a explicar la diferencia entre concursos de arquitectura y licitaciones, dos conceptos que a menudo se confunden pero cuyas implicaciones son muy distintas.
Según Juanma García Nieto, “la diferencia es enorme”. En los concursos “se valora la idea arquitectónica y la calidad de la propuesta. El proceso es anónimo, genera un debate abierto, con soluciones brillantes y muy heterogéneas, donde pueden intervenir arquitectos de diferentes generaciones sin tener en cuenta valores extra arquitectónicos. Decide un jurado cualificado y diverso, formado por profesionales de prestigio, y el objetivo es la calidad arquitectónica por encima de todo”.
Por el contrario, en las licitaciones “pesan más los criterios administrativos y cuantificables, bajas económicas, solvencia técnicas y financieras muchas veces inalcanzables por los equipos, lo que cierra la participación a muchos estudios, sobre todo a los jóvenes, y los convierten en un círculo cerrado para unos pocos. Y además, las propuestas técnicas, cuando las hay, tienen una baremación mucho más baja en la puntuación total, y son analizadas por funcionarios de la administración convocante, que buscan casi siempre soluciones ya preestablecidas. No hay debate y rara vez soluciones innovadoras”.
Por ello, concluyó que “es evidente que para obtener propuestas arquitectónicas que aporten valor a la ciudad, el concurso es el formato que ofrece mejores resultados, más libres, brillantes y además con una participación más abierta a todos los profesionales”.
Por qué las administraciones deben apostar por concursos
Para cerrar, Pablo Millán subrayó por qué es importante que las administraciones impulsen concursos: “Porque tenemos que apostar por un criterio de calidad y por una mirada hacia el futuro. No podemos caer en el cortoplacismo ni en la idea de resolver solo una contingencia puntual. La responsabilidad que asumimos como arquitectos implica pensar en la ciudad que queremos dejar a las generaciones futuras”.