El cargo que ocupo exige una
posición calmada y reflexiva, no reaccionar con ímpetu ante algunas noticias que,
en ocasiones, asaltan la ciudad. Esta condición, además, forma parte de mi
manera de ser, parar y pensar antes de actuar. Por esto mismo, el Colegio de
Arquitectos no puede permanecer en silencio ante un hecho como el que acaba de suceder con la
convocatoria de la licitación para el entorno de la Torre de la Plata.
De todos es sabido la complejidad de la intervención que
supone este proyecto, por el valor patrimonial de las arquitecturas heredadas
que allí confluyen, con superposición de elementos de diferentes épocas, por la
presencia de niveles arqueológicos aún por determinar y de un nivel freático
muy superficial. Es por ello que en diciembre de 2022
se nos convocó, en varias mesas de trabajo, a representantes de diversos
perfiles de la ciudad -vecinal, técnico, empresarial, patrimonial,
investigador, etc.- para analizar, estudiar y proponer qué era lo más oportuno
para este espacio. Fruto de estos encuentros, aunque inacabados, se concluyó
sobre la necesidad de un concurso abierto que nos permitiera buscar la mejor de
las opciones para Torre de la Plata, un espacio patrimonial complejo, sensible,
al tiempo que una oportunidad.
Lejos de esta idea, en el mes de agosto nos sorprende
la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla con la convocatoria de una
licitación, que no un concurso, y con un plazo de 15 días, para la presentación
de propuestas sin claridad alguna en los objetivos de estas. No es posible
poder proyectar sobre ámbitos con tantas incertidumbres y, de hacerlo, sabemos
que es algo abocado al fracaso. Al no convocar un concurso abierto, renunciamos
a generar el necesario debate en la ciudad y a convocar un jurado que pueda
valorar todas las propuestas en la búsqueda de lo mejor para la ciudad.
Las condiciones de la licitación
de Torre de la Plata motivan este texto hoy, pero no es algo excepcional. Ya ha
ocurrido con la Fábrica de Vidrio de la Trinidad, por citar uno de los más
recientes, y tenemos por delante otros espacios de la ciudad que ya nos hacen
temblar, como la Alameda de
Hércules o el Mercado de la Carne.
No podemos hacer buena
arquitectura en el marco de estos pliegos de condiciones. Sevilla se merece
otra forma de hacer, un modelo de ciudad que respete los tiempos de los
procesos y que no imponga el sinsentido de los plazos y presiones políticas al
buen hacer. Los y las profesionales
de la arquitectura también merecemos que nos dejen hacer nuestro trabajo
con tiempo y recursos para que demos lo mejor. En 15 días -que tras una
reclamación del Colegio de Arquitectos se consiguió que se ampliaran a 30- no
se puede entender este proyecto ni ofrecer una propuesta que tenga en cuenta
todo lo que converge en Torre de la Plata.
Hace unos meses, en el I Congreso
de arquitectas y arquitectos de Sevilla “La casa está ardiendo”, la Gerencia de
Urbanismo se comprometía a que todos los pliegos de concursos y licitaciones
pasarían por el COAS para su revisión. A día de hoy, seguimos esperando que
esto se produzca, con la
consiguiente pérdida de confianza del colectivo en nuestras instituciones y, sobre todo, con
el convencimiento de que, en
estas condiciones, perdemos todos y todas, pierde Sevilla.
Desechemos los trámites de
urgencia y las prisas con el patrimonio. Estamos a tiempo de convocar un
concurso de ideas con jurado a la altura del entorno patrimonial del que
hablamos, con plazos que posibiliten que las mejores propuestas, razonables,
creativas, sensibles y realistas, surjan de quienes hacemos arquitectura, y de
poner sentido común y buen hacer en la gestión de la ciudad.
Nuria Canivell
Decana del Colegio Oficial de
Arquitectos de Sevilla